jueves, 9 de junio de 2011

Un viaje por la comarca de Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias.

Relato publicado en el libro "Relatos del Paraíso V" publicado por el Gobierno del Principado de Asturias y coordinado por la ASPET (Asociación Asturiana de Periodistas y Escritores de Turismo) en mayo 2011.


Los viajeros salen de la capital del Principado de Asturias a disfrutar de unos días de viaje por el suroccidente asturiano, ese gran desconocido que guarda en sus entrañas lo más auténtico del paisaje y paisanaje del mundo rural asturiano. A pesar de ser conocido por una gran parte de ellos, otros aún lo desconocen, pero todos están ansiosos por pisar esas tierras y disfrutar de todos sus encantos.

El objetivo que se han marcado es recorrer una buena parte de la comarca de Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, compuesta por los concejos de Cangas del Narcea, Ibias y Degaña. Hasta estar en ella no van a realizar paradas intermedias, pretenden visitar en ese primer día una buena parte del de Cangas del Narcea, el mayor del Principado y segundo más extenso de España, y no quieren perder tiempo.

Enfocan la carretera N-630 y aún casi en el límite urbano de Oviedo cogen la reciente AS-63 que de momento concluye a orillas del río Narcea, en el concejo de Salas, río que da nombre a la comarca y será su compañero en gran parte del viaje. Tendrán que ir cauce arriba a través de la carretera AS-15, también conocida como el corredor del Narcea, hasta su primer destino. Este será Llamas de Mouro, por lo que abandonan la carretera en Javita y por la sinuosa carretera local CN-6 salvan los más de 400 metros de desnivel para acceder al pueblo.

En él van a ver el trabajo de unos artesanos que mantienen vivo un oficio ancestral, el de orfebres de cerámica negra. Faro de Limanes en Oviedo, Miranda de Avilés y Llamas de Mouro, son las únicas localidades asturianas con tradición en la elaboración de esta peculiar cerámica, de la que hoy en día solo quedan dos alfares en producción: uno en Faro de Limanes en Oviedo y este. Su gran peculiaridad se sustenta en que para su cocción las piezas se tapan con tapines (trozos de tierra con hierba), de combustible se utilizan las tuerganos (raíces de árboles) y se tapona la salida de humo; esto último hace que el humo vaya penetrando en los poros de las piezas y estas adquieran ese peculiar color diferenciador y brillante.

Toda una experiencia conocer in situ su elaboración y como no adquirir piezas en su momento muy utilizadas en la vida cotidiana y hoy casi piezas de museo, como las xarras para el agua, la fedidera para la mantequilla, la quesera, la olla, la escudiella (plato) , la penada, la chocolatera, la aceitera o los cachos para el vino.

Antes de abandonar el pueblo visitan el palacio de Sierra, del siglo XVI, cuya particularidad es contar con tres torres, una circular, y adosada al mismo con entrada independiente la capilla.

Toca retroceder de nuevo a la carretera general, para dirigirse a Corias, dónde esta el Monasterio de San Juan Bautista, que por su grandiosidad y sus más de ocho mil metros cuadrados es conocido como el Escorial asturiano. Fundado en la primera mitad del siglo XI por los condes Piñolo Jiménez y Aldonza Muñoz -que tuvieron que conseguir una concesión del rey Bermudo III al pertenecer el terreno al realengo de Cangas- ha sufrido diversas transformaciones a lo largo del tiempo, motivadas principalmente por los incendios sufridos. Su templo actual es renacentista de estilo herreriano, el retablo mayor y laterales con sus tallas son de los mejor del barroco asturiano, y su Cristo de la Cantonada, del siglo XII, es una de las mejores tallas del románico asturiano; además en los jardines del hermoso claustro se conserva una araucaria americana única en el Principado.

Gestionado por la orden de los dominicos en su última etapa, fue el gran centro de estudios del occidente asturiano hasta prácticamente finales del siglo pasado, primero con una Escuela Apostólica y posteriormente con un Instituto Laboral. Actualmente esta en reconstrucción y adaptación para acoger un Parador Nacional y otras instalaciones ligadas al mismo. Una de ellas la Casa del Parque de Fuentes del Narcea, ya esta en funcionamiento, y es el lugar dónde los viajeros completan la ya nutrida información que llevan en la mochila y aprovechan para visitarla.

Asimismo en su recinto se ubica una de las seis bodegas acogidas a Vinos de de la Tierra de Cangas, ubicada inicialmente en la antigua bodega del monasterio y ahora en una nueva de reciente construcción y que da continuación a la tradición vinícola del monasterio y de la zona, documentada ya en el siglo IX y que conoció un fuerte impulso con la llegada de los monjes benedictinos al monasterio cuando su fundación.

Apenas dos kilómetros más adelante esta la capital, Cangas del Narcea, que da nombre desde 1927 al municipio, antes llamado Cangas de Tineo y que obtuvo su carta puebla del rey Alfonso X el Sabio en 1255. Es el centro administrativo y comercial no solo del mismo, sino de toda la comarca y sus diferentes monumentos civiles y religiosos, algunos catalogados como monumentos históricos - artísticos, la hacen parada obligatoria.

El palacio de Toreno del siglo XVII, construido por los Queipo de Llano (Condes de Toreno) y que actualmente alberga al Ayuntamiento; los palacios de Omaña y de los Pambley ambos del siglo XVI; el de Peñalba y el de los Flórez Llano ambos del siglo XVIII, son los edificios civiles más singulares, así como el mal llamado puente romano, medieval del siglo XVII. Entre los religiosos cuenta con la iglesia de Santa María, con una primera estructura románica con posteriores reformas del siglo XV y XVIII; la colegiata de Santa María Magdalena de estilo barroco, que cuenta con un importante conjunto de pinturas y retablos y la iglesia del Carmen, barroca del XVIII, en el barrio de Entrambasaguas o Ambasaguas, con el retablo de la patrona de la localidad, la Virgen del Carmen.

A ella todos los dieciséis de julio se le rinde culto con “la descarga”, monumental traca de barrenos y voladores que se explotan al unísono cuando la Virgen Carmen regresa a su capilla, coincidiendo con el momento en que llega a la mitad del puente medieval. Esta fiesta ha colocado a Cangas en un lugar señalado en el calendario festivo asturiano, y se puede decir que no hay ningún nativo que no haya tirado algún volador en este día.

Apreciar la riqueza monumental e histórica abre el apetito a los viajeros y la villa es el lugar ideal para reponer fuerzas al contar con múltiples establecimientos de hostelería de reconocida calidad, con una oferta para todos los gustos, en los que la tradición convive con la innovación. Un contundente potaje de berzas, con embutido de la comarca, en la que el botiechu, la morcilla y el chorizo arropan las berzas, fabes y patatas; chosco cocido con patatas y unos frisuelos –diferentes, al ser más gordos y en espiral- finales hacen las delicias de los comensales, que no dudan en regarlo todo con el vino de la tierra, el elegido será el tinto, elaborado con la varietal autóctona carrasquin.

La tarde se echa encima, pero la suculenta comida hace que decidan dar un último paseo por el pueblo y por sus calles peatonales y apreciar de nuevo la arquitectura tradicional que convive con construcciones modernistas en lucha contra una orografía que no ha favorecido mucho el crecimiento registrado en las últimas décadas del siglo pasado con el florecimiento de la minería en la comarca, y que le da a la localidad una idiosincrasia urbanística peculiar.

De nuevo en carretera toca hacer una visita que para algunos tiene una buena dosis nostálgica, hay que subir por la CN-2 al Santuario de Nuestra Señora del Acebo, a la que se rinde culto todos los ocho de septiembre con ofrecimientos y cumplimientos de promesas. Ubicado en la sierra del Acebo, cercana a la capital, surgió en el siglo XVI por unos hechos milagrosos sobre una pequeña capilla, cuenta con iglesia, casa de novenas y la casa del capellán, de valor artístico son sus retablos manieristas y sobre todo la talla románica de la Virgen fechada en el siglo XIII. Referente mariano del occidente asturiano, vivió un gran impulso en el cuarto tercio del siglo pasado, debido al trabajo realizado por el difunto sacerdote Don Herminio, muy querido por dos de los viajeros a los que unió en matrimonio, aunque no allí sino en Covadonga.

Hay que volver a bajar a Cangas y a muy corta distancia realizar una nueva parada en el pequeño núcleo de Santiso -hoy barrio de la capital- que acoge un pequeño museo del vino, y que cuenta aún con nueve pequeñas bodegas de vino de las más antiguas del entorno. No es el momento de volver a degustar los caldos cangueses, pero si tener un conocimiento más profundo de su elaboración y de los útiles utilizados en la misma, destacando entre ellos el centenario lagar.

El cansancio comienza a hacer mella en los viajeros, que deciden que es hora de ir en busca del primero de sus alojamientos en la zona, tienen previsto pernoctar en Xenestoso y a él se dirigen. Se encaminan por la AS-213 hasta Las Mestas, dejando a un lado y a otro viñedos que se van descolgando por las lomas de las montañas en juguetonas terrazas, son las zonas dónde más viñedo hay plantado en la comarca y a la altura de Limes observan las instalaciones de una bodega con nuevas y llamativas instalaciones, apetece parar, pero no es el momento.

Las Mestas es punto de encuentro de carreteras y si continuan por la que transitan llegarían al puerto de Leitariegos, que sirve de límite con la provincia de León, y que dista 34 kilómetros de Cangas del Narcea. En él está ubicada una modesta estación de esquí, pero ya en terreno leonés de la comarca de Laciana y a su oeste -en territorio astur- esta la “reserva natural parcial del Cueto Arbas”, englobada en el Parque Natural de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias, que incluye el pico Cueto Arbás, el más alto de la parte occidental de la cordillera cantábrica, que con sus 2007 metros es el auténtico vigía de la zona. Como otras zonas montañosas asturianas la reserva es de origen glaciar y cuenta con amplios valles y curiosas formas de erosión, destacando su laguna natural.

Pero ello no forma parte del itinerario del viaje y lo que toca es coger la carretera local CN-4, que paralela al río Cibea concluye en Xenestoso, donde les espera un merecido descanso en el hotel rural de la localidad. Ubicado en una situación privilegiada, en la zona oriental del Parque Natural, es cuna y le da nombre a uno de los quesos más ancestrales del Principado, aunque hoy por desgracia prácticamente en extinción.

Un reponedor reposo es previo a un paseo por el pueblo, al dialogo con alguno de los pocos vecinos que residen en el mismo y a una suculenta cena, en el que los embutidos de una cooperativa cercana y el queso del lugar son degustados junto con el vino de la tierra, aunque en esta ocasión es un coupage de la variedad mencia con las autóctonas albarin tinto y verdejo tinto, y un blanco con la autóctona albarín. Todos están de acuerdo que no se pueden ir sin intentar ver como se elabora el estupendo queso degustado, y previa intermediación quedan para ir a primera hora de la mañana siguiente a visitar una de las casas del pueblo, en la que su dueña elabora el mismo.

La tranquilidad de la noche es total, solo salpicada por el ladrido de algún perro que otea en las cercanías a alguno de los múltiples animales salvajes que viven en el entorno, permitiendo un total descanso de los viajeros que agradecen después de todos las sensaciones vividas. El Parque fue declarado Reserva de la Biosfera en el año 2003 y es territorio de jabalís, osos, rebecos, urogallos y otros animales que forman su rica y autóctona fauna.

Comienza a amanecer y los “pitos” en los gallineros son el mejor de los despertadores, toca levantarse, hay que madrugar, un nuevo y largo día les queda por delante. El día luce espléndido y el desayuno con viandas autóctonas listo para cargar fuerzas, repaso de sitios a visitar, contrastar mapas y a dejar al coche la maleta, hay que ir a ver a la señora que elabora el queso.

Cuanta historia tiene el mismo, a los pastores castellanos y extremeños que en trashumancia estival llegaban con su ganado a los pastos cercanos se les debe su elemento diferenciador, la pleita. Estamos ante un queso de pasta blanda a semiblanda, graso, elaborado con leche entera y cruda de vaca -aunque antiguamente también se hacía con leche de oveja y de cabra- con forma troncocónico y los laterales cóncavos, debido al igual que a sus inconfundibles marcas laterales a la pleita -aros de esparto trenzados- con los que moldean los quesos en su elaboración, pesan en torno a 1 kilo, tienen un color amarillo pajizo y poco definido, su sabor es más bien acido graso con tonos picantes cuanto mayor es la maduración, que normalmente suele ser de un mes.

Hoy no toca elaborar, pero si ven los moldes (algunos aún de cerámica negra) en el que se introduce la cuajada, las pleitas con las que se prensan, talameras dónde orean y resto de útiles necesarios para obtener el queso, así como piezas madurando y otras listas para el consumo, pocas son, pero al menos todavía es posible encontrarlas.

Intercambiando opiniones sobre la visita retroceden parte del recorrido realizado el día anterior, hay que volver a Cangas para enfocar la carretera AS-15. El objetivo del día es recorrer la zona central del Parque, caminar por la reserva natural integral de Muniellos y reserva de la biosfera desde el año 2000, que comparten los concejos de Cangas del Narcea y de Ibias y hacer noche en San Antolín de Ibias.

Van pasando y observando los diferentes pueblos diseminadas por las montañas, la Regla de Perandones, Cibuyo y la Vega de Rengos son los núcleos principales antes de desviarse en Ventanueva por la AS-211, primero a Oballo y luego a Tablizas. En Oballo visitaran el centro de interpretación con su bonito mirador sobre el bosque y las recreaciones de ejemplares de la flora y fauna que habitan en el mismo. Y luego siguen a Tablizas, dónde son esperados en el centro de recepción para visitar la reserva. Hay que solicitar fecha con bastante antelación y no se puede perder la oportunidad de caminar por uno de los emblemas de la naturaleza asturiana.

La reserva inicialmente estaba compuesta por el monte de Muniellos, a los que se añadieron posteriormente los de Valdebois y la Viliella. En Muniellos son varias las rutas perfectamente indicadas y marcadas que se pueden realizar, con diferente duración y grado de dificultad. Eligen la más corta, que incluye la visita a una parte de las seis lagunas de origen glaciar con las que cuenta, con la mochila cargada de viandas autóctonas y la seguridad de caminar por lugares paradisíacos.

Muniellos es el último reducto de los frondosos bosques del Principado y su robledal es reconocido como el mejor conservado de toda la Europa occidental. Propiedad en su momento de los condes de Toreno, paso por diferentes titularidades hasta que el Estado se hizo con su propiedad en los años setenta del siglo pasado. La utilización de su madera ya esta documentada desde el siglo XVI cuando fue utilizada por la Armada Invencible, el bosque esta compuesto principalmente por diferentes tipos de robles, también cuenta con importantes hayedos, fresnos, arces, abedules, acebos, tejos y avellanos en las zonas bajas. En cuanto a fauna, cuenta con la práctica totalidad de los vertebrados registrados en Asturias, algunos protegidos como el oso pardo cantábrico y el urogallo que conviven con lobos, zorros, jabalís, corzos, rebecos, nutrias, ginetas e infinidad de especies de aves, formando un conjunto único en un hábitat singular con escasas evidencias de la presencia humana.

Bien entrada la tarde regresan algo cansados, pero tremendamente felices después de lo percibido, hay que seguir ruta y ascender a los 1315 metros del cercano puerto del Connio a través de la ya recorrida AS-211, superar el mismo y ya en el concejo de Ibias concluir en San Antolín. En el alto y con el sol escondiéndose hacen una pequeña parada en el mirador allí ubicado con vistas al impresionante bosque y pueblo de Valdebueyes, que forma parte de la reserva visitada, quedando prendados de la belleza observada.

Ya en territorio ibiense, uno de los viajeros al divisar en Cecos el Palacio de Ron, también conocido como de Barredo, del siglo XVIII, cuenta al resto la leyenda de esta familia. La que dice que su fortuna se le debe a uno de sus miembros que guiado por un comentario, de un moro cautivo como él en Argel, de vuelta al territorio fue de cueva en cueva con un cuerno tocando las mismas hasta que de una se desprendió una parte y apareció un tesoro. Verdad o mentira, ya hay debate.

El pequeño pero coqueto pueblo de San Antolín, capital del concejo, sorprende por la belleza de dos de sus edificaciones: la peculiar iglesia, que perteneció al antiguo monasterio de San Antolín de Ibias documentado ya en 1076 y que es de origen románico cisterciense con posteriores modificaciones y la originalidad del edificio que alberga el Ayuntamiento, construido en 1974 con materiales y formas tradicionales de la zona. Toca descansar el día les puso encima casi 100 kilómetros de coche y una muy buena caminata y el cuerpo reclama descanso, habían reservado unos apartamentos rurales en el centro del pueblo y a ellos se dirigen.

El cuerpo apenas repuesto reclama alimento y que mejor que saciarlo con buena caza de la zona. Embutidos de cerdo y caza, jabalí estofado, la popular rosca del lugar y un tinto de la tierra reponen todas las fuerzas perdidas. Ibias es un concejo donde la tradición vinícola ha estado y esta muy presente, y debido a su especial clima en él están plantadas una buena parte de las varietales blancas que actualmente se cultivan en la indicación geográfica.

Un reconfortante desayuno, en el que brilla la afamada miel de Ibias, aquí conocida como “mangre” favorecida por la amplía diversidad de vegetación que permiten diferentes elaboraciones. Su aroma balsámico inunda el ambiente y su color brillante luce sobre unos recién elaborados frisuelos, aquí llamados fillolos, que hacen las delicias de los comensales, aunque alguno no se resiste volver a degustar el queso Xenestoso y raudo acude en su búsqueda al coche. Toca de nuevo repasar la programación, han visto mucho pero aún queda y queda tanto que son conscientes de que en este viaje no podrán visitar todo, tiene que aprovechar los dos días de que disponen. Hoy recorrerán parte de los concejos de Ibias y Degaña.

Obligado paseo por San Antolín y charla con algunos de sus vecinos, que hablan y no paran del ibiense más universal (aunque nacido en Gijón) Aurelio Menéndez, doctor en Derecho, ministro de Educación en la transición española y premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, que da nombre a una de las calles y al activo Colegio Público de la localidad. Este cuenta con una comunidad vecinal y educativa que dinamiza al municipio intentando vencer su aislamiento geográfico con iniciativas como su “Semana de la comunicación” a la que invitan a personalidades de diferentes campos. Por esta labor recibieron en 1999 el Premio “Pueblo ejemplar de Asturias” de la Fundación Príncipe de Asturias, entregado en persona por su Alteza Real, Don Felipe de Borbón, en su visita a San Antolín en octubre de ese año.

El paseo les lleva al área recreativa del pueblo y visitar el “Aula de la naturaleza” y el “Centro de interpretación de la palloza”, ellos son la imagen de un concejo cargado de naturaleza y etnografía rural, y en él -a pesar de la pérdida de muchas de ellas- aún se encuentra el mayor número de teitos de paja de centeno. La palloza es una construcción heredada de la edificación castreña y emparentada con las cabañas de teito de las brañas somedanas; es de planta circular, tierra apisonada para el suelo, muros de mampostería y cubierta vegetal, y en su interior suele haber dos estancias: el cuarto para los humanos y la corte para los animales.

Alguien propone hacer la “ruta del oro”, a través de la senda que allí se inicia y concluye en Cecos, y conocer así los antiguos medios de explotación del valioso mineral. Se desestima, no hay tiempo disponible para ello, quedará para otro viaje.

Toca coger el vehículo y acercarse a uno de los extremos del concejo, el lindante con Cangas de Narcea a través del Pozo de las Mujeres Muertas, cuyo nombre no pasa desapercibida para ninguno de los viajeros, y alimentado por una nueva leyenda no quieren dejar de visitarlo. Para ello enfocan la AS-29 y previa pequeña parada en el alto de Valveran, aún en Ibias, disfrutar del puerto que hace de límite con sus 1098 metros entre Cangas del Narcea y Allande.

En Valveran hay que mostrar a los jóvenes un cortin, para lo que se adentran en el bosque y observan el ingenio de nuestros antepasados para evitar que el goloso oso entre a las colmenas. Con piedras superpuestas en círculo, de unos 2 metros de altura realizan un cierre sin cubierta, en cuyo interior ubican las colmenas que dará la rica miel, que suelen ser de troncos de castaño vaciados que se tapan con una pizarra fina.

La zona del Pozo de las Mujeres Muertas tiene fama de recóndito e inhóspito, pero da testimonio de la historia al conservarse en sus alrededores restos de los canales utilizados en época romana para transportar agua para las explotaciones auríferas que proliferaron en la zona y este es el concejo donde se encuentren los mayores restos de las mismas. Las técnicas de extracción consistían en almacenar a gran altura ingentes cantidades de agua que soltaban por esos canales que recorrían la montaña hasta llegar al lugar indicado, que previamente habían calentado con hogueras, consiguiendo con la presión del agua y el contraste térmico que las montañas se resquebrajaran produciéndose grandes desmontes, en los que ya podían trabajar.

El viajero más conocedor de la historia y leyendas cuenta a los más jóvenes la versión inmemorial del topónimo. Los lugareños del Valledor, primer pueblo allandes bajando el alto, tienen la suya, aquella que cuenta que unas vaqueiras de Luarca habían regresado por el invierno en busca de unas mantas y otros aperos que habían olvidado en las cabañas por el otoño, cuando fueron sorprendidas por una fuerte ventisca de nieve en esos altos, por lo que se resguardaron en uno de los pozos existentes; las tormentas arreciaron por muchos días, de modo que allí quedaron sepultadas muertas hasta que las encontraron en primavera envueltas en sus mantas. Ya tienen tema para la imaginación y el debate.

Continúan viaje, para ello tienen que retroceder lo recorrido, seguir a Cecos y allí tomar la carretera AS-212 que comunica con el vecino concejo de Degaña, teniendo previsto parar en el último pueblo ibense, Sisterna, a unos 45 kilómetros de la capital, dónde realizaran la comida y visitaran el museo etnográfico Tixileiro. Pero antes realizan una breve parada en Tormaleo para observar su curioso palacio compuesto por tres alas y tres torres totalmente cerrado y observar a lo lejos el pico Miravalles que con sus 1969 metros es el techo del concejo, en el límite con los Ancares leoneses.

Un reponedor caldo de nabizas, al que sigue lacón con cachelos, truchas locales y arroz con leche hacen sus delicias, acompañado del vino de la bodega cercana degañense que después visitaran, ya que en Ibias aún no se ha instalado ninguna bodega. Algunos con el café degustan el excelente orujo de la zona, elaborado con los bagazos de las uvas.

El museo esta dedicado a los tixileiros, también conocidos como cunqueiros, oficios desempeñados desde tiempo inmemorial por habitantes de la zona, que trabajaban la madera en los torneiros, elaborando todo tipo de utensilios, que luego vendían en los mercados y ferias, llegando incluso a Andalucía, en uno de los tantos oficios trashumantes existentes tiempos atrás. Estos artesanos perfectamente organizados tenían hasta su propia jerga para comunicarse entre ellos y guardar los secretos de su oficio. Preciosas concas, tixelas, cimbreiras, iscudiellas, xarras, goxas, artesas y otras piezas eran parte de su producción como se puede observar en el museo ubicado en uno de los pocos pueblos tixileiros que se reparten Ibias y Degaña. Una bonita copla local hace mención a ellos: “Los cunqueiros vanse, vanse; las cunqueiras tsoran, tsoran, ¡ay de mi, triste y sola! ¿con quién voy dormir agora?”.

En tierras degañesas, hacen una breve parada en Tablado para ver en su iglesia la preciosa y original talla en marfil del siglo XVI del llamado Cristo de Tablado. Y ya por la carretera AS-15, en el pequeño núcleo del Rebollar, tierra de madreñeiros y cesteiros, aprovechan para visitar en un castañedo cercano una muestra de otra de las arquitecturas típicas de la comarca y de gran parte del territorio astur, íntimamente ligada a nuestra historia agrícola, las aquí denominadas “corripas”. Es una construcción de piedra, de pequeñas dimensiones y forma circular, construidas en los castañales con el fin de guardar las castañas recolectadas con su erizo, que una vez tapadas de capa vegetal se mantienen en buen estado durante meses, a la vez que cumplía la función de impedir la entrada de animales salvajes que pudiera comer las mismas.

De nuevo en el vehículo los viajeros vuelven a recordar la presencia de los romanos motivados por la existencia del mineral de oro, en Degaña es famoso el yacimiento del Curralín y sus calzadas construidas para sacar el preciado material a la meseta, dado la compleja ubicación de las explotaciones.

Con la tarde encima llegan a la capital del concejo y que le da nombre, dirigiéndose a la casa de aldea, de alquiler íntegro, que previamente habían reservado. Un pequeño descanso es necesario, el día aún no ha acabado. El más aficionado al mundo del vino y buen conocedor de los caldos cangueses no quiere dejar de mostrar a sus amigos una bodega de las seis bodegas acogidas a la denominación de “Vino de la tierra de Cangas” y se dirigen a la única ubicada fuera del concejo de Cangas del Narcea, ubicada en la misma capital degañense.

Casualmente en ella esta el enólogo que a tiempo parcial presta sus servicios profesionales, como hace con otras bodegas de diferentes denominaciones de origen y junto con el dueño les muestran todas las interioridades de su elaboración, y realizan una cata de las diferentes elaboraciones ya embotelladas así como de otras en barrica y depósito. Departen sobre la recuperación de un viñedo que en tiempos pretéritos recibiera numerosos premios y que la aparición de las minas y el numeroso empleo que se creo casi le pone fin. Es pasado, la recuperación de las viñas y la calidad de los caldos esta conseguida, aún queda camino por recorrer pero la base está bien sentada. En algo coinciden todos los contertulios, el futuro sin duda es de los vinos con personalidad, diferenciadores y que marque el terruño, y en esta indicación geográfica con las variedades autóctonas albarin blanco y negro, verdejo negro y carrasquín hay los mimbres necesarios para ello, no son necesarias uvas foráneas.

Todos juntos con unas botellas debajo del brazo se disponen a continuar la tertulia al restaurante cercano. La empanada, uno de los clásicos platos de la comarca hecha a base de pan, embutidos y huevo, y la estupenda carne de ternera de una ganadería cercana reconforta un largo día. En la sobremesa se comenta el cambio que supuso en el municipio la apertura de minas a cielo abierto y de galería, ubicadas en las cercanías de la localidad de Cerredo, auténtico motor económico de la zona, lo que convirtió a esta en el centro comercial y de servicios de todo el valle, desplazando a un segundo plano a la capital. No podían faltar las alusiones a la mala comunicación con el resto de Asturias, lo que hace que muchos de los desplazamientos se realicen por tierras leonesas, aunque la reciente apertura del túnel que atraviesa el puerto del Rañadoiro ha supuesto un alivio importante que valoran muy positivamente, están en el límite geográfico, pero se sienten tan asturianos como el que más.

En el desayuno y con las ultimas sensaciones aún frescas, planifican el último día de la excursión, y aunque no les apetece realizar la vuelta a casa y dejar las occidentales tierras de la preciosa comarca, obligaciones mandan. Quedan cosas por visitar y el tiempo paso volando, aún quedan kilómetros por recorrer, sitios que visitar y gastronomía por descubrir. Enfocan la AS-15 en busca del puerto del Rañadoiro y de su reciente túnel, que con sus 1924 metros salva el mismo y comunica los pueblos cangueses de Larón y de Rengos.

En este último dejan la carretera y por la sinuosa CN-9 salvan los apenas 6 kilómetros que lo separan de pueblo de Monasterio de Hermo, ubicado en un largo y extenso valle que cuenta con el mayor hayedo del Principado. Ubicado en el corazón del Parque Natural, a un kilómetro de la localidad en las Fuentes del Narcea, nace el río que le da nombre, segundo más importante de la comunidad en cuanto a recorrido y caudal. En él visitan la iglesia de Santa María, cuya construcción original fue del año 853 y la que hoy vemos data del siglo XII, de estilo románico tardío y que en su interior alberga diferentes obras de los siglos XVI-II-III y que es el reflejo de su tradición monacal.

Hay que seguir ruta, y de nuevo en la general se dirigen hacía Cangas del Narcea, vuelven las anécdotas y curiosidades y a la vista del cartel indicativo de San Pedro de las Montañas, del que cuentan como antiguamente por la distancia entre valles, los habitantes de los pueblos ubicados en sus laterales, se comunicaban entre si los acontecimientos sociales más importantes mediante signos, a través de sabanas ubicadas de una u otra forma que eran ubicadas en sitios perfectamente visibles.

Ya en la capital canguesa, se desvían al cercano pueblo de Besullo, limítrofe ya con el concejo de Allande y pueblo natal del dramaturgo y poeta Alejandro Rodríguez Álvarez (Alejandro Casona), perteneciente a la Generación del 27, y de la que de su edificación más singular, la Casona, tomó el dramaturgo su seudónimo. Bonito pueblo con profundas creencias religiosas, cuenta con la iglesia parroquial de San Martín y las capillas de Las Veigas y La Magdalena; sin embargo la casa natal del autor entre otras de “La dama del alba” o “La barca sin pescador” fue destruida hace unos años por un incendio. Su labor ha sido reconocida con la creación del “Centro de recepción Casona” en el que es posible un recorrido cronológico a lo largo de su vida y obra.

No estaba previsto, pero el paso ante la fragua aún en el pueblo, conocida como el Mazo d´abaxo, les anima a parar, otro oficio en vías de extinción de la que quedan mínimos empresarios. Son los “ferreiros”, los artistas del hierro, que con su moldeo obtienen las más variadas piezas y útiles, y que observan con detenimiento su destreza. Pero la alegría por poder ver su trabajo se desborda, cuando uno de los dos hermanos ferreiros, comenta que va a ir fabricar carbón vegetal para poder tener combustible para la fragua. Los más jóvenes se miran incrédulos ante lo que escuchan, mientras los mayores rápidamente piden permiso para acompañarle, obviamente no verán el proceso integro, pero sí su inicio, haciéndose una idea clara del proceso gracias a las explicaciones que les dan.

Este es simple, pero requiere de una gran paciencia y conocimiento. Comienza con la búsqueda por los bosques cercanos de los tuerganos o carroubanas, que son las raíces de diferentes árboles, siendo el más apreciado el brezo; se hace un pequeño foso en el que se inicia un fuego y sobre él se van colocando piramidalmente los tuerganos; una vez que el quemado comienza le van añadiendo tierra fina previamente seleccionada, tapando toda la pila construida cuando la pila este a medio quemado. Apagado el fuego, la madera quemada queda convertida en carbón, queda desmotar la pila una vez haya enfriado el carbón, pudiendo ya utilizarse este como combustible para poder trabajar en la fragua.

Es la hora de la comida y de volver a las respectivas casas, y que mejor despedida que disfrutando de su excelente gastronomía, eligiendo los derivados del cerdo como los productos elegidos. Jamón, chosco y andolla son el preámbulo de una maravillosa caramietcha (careta) cocida con sus patatas para acabar con arroz con leche y requesón con miel, y el ya conocido vino.

Sobremesa recordatoria de la comarca que iban a abandonar de vuelta a la gran ciudad, de sus tierras con fuertes contrastes orográficos, accidentados relieves, ríos de alta montaña, valles profundos, grandes masas boscosas y rica vegetación que componen un paisaje idílico que ha merecido el reconocimiento de las más altas organizaciones de defensa del medio ambiente.

Recuerdan el rico acervo cultural, heredero de la vida campesina de antaño, son tierras que estuvieron prácticamente incomunicadas por las deficientes infraestructuras, lo que ha favorecido la conservación de formas de vida desaparecidas hace tiempo en otras zonas del Principado. Han enseñado a los jóvenes cortinos, pallozas y corripas, pero también hórreos y paneras con características propias, como los pegoyos de mampostería y las cubiertas de pizarra o paja, algunos de ellos fechados en los siglos XVII y XVIII, y como no diversos molinos de agua, que por estas tierras tanto abunda y tanta riqueza dio. Les hablaron, aunque no visitaron, de los asentamientos castreños, de los que hay múltiples muestras y de las explotaciones auríferas; visitaron iglesias, monasterios, centros de interpretación, palacios y casas solariegas; caminaron por sus sendas; conocieron oficios en extinción y disfrutaron de su excelente gastronomía.

Pero hay algo que todos resaltan, son sus habitantes, gentes sencillas que aman su terruño, mantienen sus tradiciones, respetan el medio ambiente y reciben con afabilidad a todo aquél que los visitan, colmándolos de atenciones, siempre dispuestos a facilitarles su estancia entre ellos.

Vuelven a casa con la “mochila” cargada de imágenes, paisajes y paisanajes que duraran en la memoria y recordaran durante largo tiempo. Cuando les visiten amigos de otras comunidades y países tienen claro que será una de las zonas a mostrar de su querido Principado de Asturias.









"Los que sueñan de día conocen muchas cosas que ignoran los que solamente sueñan de noche". Edgar Allen Poe (1809-49) escritor estadounidense.

6 comentarios:

  1. Estupendo relato, con muy descripción de oficios perdidos y sitios para visitar. Es toda una descripción de la zona, que por lo que se ve contiene en sus entrañas una gran riqueza. Lorenzo.

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  2. Hola, soy de un pueblo de Degaña que nombras, Tablao, gracias por hablar de nuestra comarca de esa manera tan bonita, para nuestra desgracia el Cristo que mencionas ya no está en nuestra iglesia, se lo han llevado para Oviedo. Ana María Barrero

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  3. Muy buena descripción de la zona, no sé si da tiempo a ver todo lo que menciona, pero si es así habrá que hacerlo. Este verano tenemos previsto ir a la zona. Felix Moyano. Burgos.

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  4. Gracias por escribir sobre el "lejano oeste asturiano" el que no lo conozca alla él, se pierde lo más auténtico de nuestras Asturias. Muy buena descripción de toda la comarca. Enhorabuena.
    Manuel Fresno. Cibea.

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  5. Precioso relato, haber si se anima y nos hace otros de otras zonas de Asturias.

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  6. Como conocedor de la zona me ha hecho mucha ilusión, parece un relato de principios de siglo ¡Qué buena idea!. Enhorabuena.
    Marta Fernández. San Antolín

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