martes, 21 de diciembre de 2010

La fortuna de Matilda Turpin. Álvaro Pombo.

TITULO: “La fortuna de Matilda Turpin”. AUTOR: Álvaro Pombo. Editorial Planeta, 2008. Barcelona. 442 páginas. Premio Planeta 2006



PRIMERA PARTE. “AL ASUBIO”.
CAPITULO 1.
Antonio Vega acude a Lobreña a recoger a Juan Campos para llevarle a la finca, al Asubio, la alta finca acantilada de sir Kenneth Turpín, el padre de Matilda.
Juan llevaba todo el año planeando el traslado desde su casa de Madrid, y ahora se instalara de forma definitiva en la que era la residencia estival; sus amigos y trabajadores Antonio y Emilia ya lo hacían desde hacía un tiempo. Allí se llevo su biblioteca de más de 4000 volúmenes y el mobiliario del cuarto de estar y de su despacho de su casa de Madrid. Con su patrimonio y el tercio libre de la herencia de su mujer, es un viudo razonablemente rico. Había sido feliz en su matrimonio, y ahora la muerte de su mujer lo llena todo de tristeza y desasosiego, quizá su único defecto haya sido la relativa desatención a sus hijos.

CAPITULO 2.
Fernando Campos, se dirige a la finca en su Porsche Boxter nuevo a toda velocidad con el objetivo de vengarse de su padre en el fin de semana, y al menos desestabilizarle y perturbarle. A su memoria le viene la falta de cariño de su pubertad, en la que su madre le llamaba desde cualquier ciudad extranjera y su padre se encerraba en su despacho con el único encuentro de la cena, en la que siempre parecía que dormía. Antonio fue la persona que se ocupo de los tres hijos del matrimonio

CAPITULO 3.
Fernando recibido por los guardeses, cena con su padre, Emilia y Antonio, pero no existe conversación, en la sobremesa degustando un oporto, Antonio observa al menor de los Campos y hace conjeturas sobre su presencia en el Asubio. Juan observa todo su alrededor y llega a una conclusión tremenda para él, pero que siente realmente ahora todo es mejor que con Matilda presente.

CAPITULO 4.
Fernando le enseña el coche nuevo a Emeterio, su único y gran amigo en la zona y se van a dar una vuelta en él, por el camino hablan de las características del coche, se arrepiente de haber salido de la casa, allí es dónde puede sacar alguna conclusión positiva, por eso habla del coche. Luego le echa en cara a su amigo, que ya no lo quiere y que por eso se ha echado novia.

CAPITULO 5.
De lunes el hijo llamo a la oficina para decir que un fuerte ataque de gripe le impedía asistir al trabajo, mientras el matrimonio se alegra de que continúe en la casa, el padre se pregunta que hace realmente en ella.
Juan valora el sentido de la vida de su mujer, su especial tendencia a los negocios y el tipo de vida elegido por ella, en el cual él era un invitado de piedra, y sobre todo piensa en los últimos días de ella cuando la enfermedad no se apiado de ella. Su hijo no le acompaña a la cena, reconoce que la gripe es un pretexto, pero que si es verdad que anda algo griposo.

CAPITULO 6.
A pesar de que cae un continuo sirimiri Juan decide hacer su paseo diario, mientras valora lo nada que apreciaba Matilda los bienes materiales, la austeridad de su vida, de sus pertenencias e incluso de la casa del Asubio, preparada para pasar temporadas de verano pero sin las comodidades de las casas modernas.
Fernando observa la lluvia mientras piensa en el odio que tiene hacia su padre, solo la visita de Emeterio le alejan de ese pensamiento.

CAPITULO 7.
Antonio observa el cambio de mobiliario entre su zona y la de su jefe, a la muerte del padre, ella repartió lo existente en la casa entre las dos zonas de la misma, pero todo lo que trajo Juan consigo le da a aquella zona una belleza casi museística.
Piensa en como se conocieron su mujer y su jefa, ambas trabajaban en un banco y Emilia con veintiún años la había fascinado, y que la función de madre y mujer de negocios se pudieran compaginar, las diferencias de clase nunca fue un obstáculo entre ellas, había una auténtica amistad, congeniaban y se complementaban a la perfección. El concepto de matrimonio y madres, era una de las pocas cosas en que se diferenciaban.
Antonio aparece casi sin querer en la vida de ella, se habían conocido también en el banco, él la trataba con admiración y deferencia, y poco a poco ella le fue envolviendo, lo presento al matrimonio y casi sin darse cuenta se casaron. Quizá por analogía con su mujer, enseguida congenio con Juan, y al poco tiempo dejo el banco y los cuatro comenzaron a convivir bajo el mismo techo.

CAPITULO 8.
Emilia en su lado de la casa, recuerda como empezó todo, como eran todos ellos, cual era su papel con Matilda, en el que su gran memoria siempre jugo una gran baza. Como se fue a vivir con el matrimonio como ayudante en “todo” de ella, lo cual al final fue un alivio entre sus contratos en el banco y el trabajo en los burguer cuando estaba sin empleo.
Recuerda la admiración y el agradecimiento que siempre ha sentido hacia su amiga, aquella mujer de conoció con treinta años, nada española a pesar de sus raíces maternas, muy europea, que le abrió la puerta a los idiomas y a un mundo diferente.
Piensa en la Matilda que hacía las veces de secretaria de su marido, y se empapaba de filosofía cual una experta, aunque no sabía porqué ese trabajo impacientaba mucho a su marido; posteriormente este aceptó que parte de ese trabajo lo realiza Antonio. Le pasaba los apuntes a maquina y eso tranquilizaba y le da comodidad al filosofo. Ese fue un paso fundamental para que aquel dejara su trabajo en el banco y se instalara también definitivamente en la casa.

CAPITULO 9.
Antonio valora que han sido treinta de sus cincuenta años con los Campos, como vio crecer a los hijos del matrimonio como tutor de los mismos, y la monotonía y tranquilidad que se respiraba ahora cerca del mar. Lo piensa mientras trastea en el garaje, es incapaz de hablar con nadie ni con el padre ni con el hijo, cada uno esta por su lado y a su bola.
Al final acude a la habitación del hijo para hablar, que le recibe muy frío y no tiene ganas de hablar, ya no es cuando era pequeño y él era su confidente, amigo y asesor. Intenta recordarle cosas del pasado, pero no hay forma, le echa en cara que se ha puesto de parte de su padre, y que su única intención en la casa es darle a su padre el merecido que necesita, quiere castigarlo por el desapego que ha tenido siempre con él.

CAPITULO 10
La gente no entendía la relación entre ambas mujeres, y muchos pensaron en que eran lesbianas, sin embargo la Turpin tenía claro que realmente lo que unía a ambas era la acción, esa era realmente su poética. Mientras una pensaba estrategias y posibles negocios, la otra almacenaba las ideas, los números y luego los trasmitía con total exactitud para que la otra los ejecutara, esa era su verdadera unión.
Vivían a un ritmo alocado, trabajaban, viajaban y organizaban los asuntos domésticos, con visitas continuas a sus amados y a su entorno, para volver de inmediato al trabajo y a los negocios, auténtica pasión de una, y a la devoción y admiración de su jefa de la otra.
Emilia sienta tal pena por la perdida de su guía, que no sabe que hacer, e incluso no valora como antaño las atenciones y caricias de su marido. No entiende nada y el duelo le ciega continuamente, realiza sus funciones domesticas como un robot, su cabeza esta en otro sitio y la memoria de su amiga lo impregna todo.

CAPITULO 11.
Emilia entra en el despacho de Juan, no se acaba de creer que Matilda haya muerto y acude a preguntarle si cree en la resurrección, si será posible que su amiga y mujer vuelva desde el otro mundo. La muerte de la persona amada es lo único que ellos tienen de acuerdo.
Él todavía no se había rebelado contra la muerte de su amada, en contrapartida con la feroz rebeldía de ella ante su muerte, su violencia, su perdida de control, en el límite de la enfermedad mortal se quedó son amor e incluso rechazo a su marido. La entrada de su secretaria le hace recordar aquellos últimos días, en las que su mujer eligió hacer un juicio final de su matrimonio. Sentados y hablando del único punto en común, él le hace ver que la resurrección como tal no existe, ante la tremenda desilusión de ella.

CAPITULO 12.
Antonio había bajado al pueblo y llega para la hora de la merienda, al echar en falta a su mujer la busca por la casa, se preocupa últimamente no esta nada centrada y sus salidas al jardín o a pasear le inquietan en cierta manera. La encuentra en la habitación de Juan charlando, y este le invita a que se quede y tomen una copa los tres juntos, circunstancia nada extraña por otra parte. Los tres sobreentienden que ella este aún en ellos, en su memoria, en su corazón, en sus vidas, pero su recuerdo debe permanecer en la reserva de cada cual. En esas estaban cuando entra en la habitación Fernando.
La forma de entrar este y sus primeras palabras delatan que había estado bebiendo, en efecto lo había estado pero no en la cantidad suficiente como él deseaba para sentirse fuerte y ser capaz de enfrentarse a su padre. Había estado con Emeterio en una tarde a caballo entre el afecto y el desafecto, se daba cuenta de que no podría vivir sin el cariño de este, incluso tenía celos de la novia de este.
Antonio intenta suavizar su comportamiento, pero éste esta lanzado y no le hace caso. Se enfrente a su padre por los lujos de su entorno, que le echa en cara los suyos, sobre todo con el coche. El hijo le hace ver que están en situación de luto y duelo, pero que el mira más los llenos que dejo su madre que los vacíos; les echa en cara lo dominante que era y que al final aborreció a los dos.
Su padre le hace ver que ella no era así, que había sido la enfermedad la que la había trastocado su personalidad, que la transformo en una extraña para sí misma, y que eso la había llevado los últimos días de su vida a ser injusta con su entorno y su familia. Todo esto calma al hijo.

CAPITULO 13.
Antonio sigue preocupado por el estado de su mujer, Fernando hace días que no aparece por casa pero no le extraña, seguro que esta con Emeterio y sus padres. Esta le hace ver que no se preocupe por ella, y que si lo hace será ella la que este preocupada.
Valora su amor sin gran comunicación, durante los viajes de ellas porque todo transcurría muy rápidamente, cuando la enfermedad porque esta la había absorbido totalmente y ahora por la enorme tristeza que tenía. Con Juan las relaciones seguían en la misma relación, aunque si es cierto que cada vez hablaban menos de filosofía y de cosas intrascendentes.
Al cabo de una semana Juan anuncia la llegada de sus hijos Andrea y Jacobo, cada uno lo anuncio por separado, con sus respectivas familias e incluso con servicio. La casa se llenaría y había que tenerlo todo previsto, Fernando se mofa de la reunión familiar y ya advierte que se escaqueara.
Será la primera vez que los tres hijos se reúnan con el padre después de la muerte de su madre. Ni siquiera después del funeral tuvo lugar una reunión semejante, la insistencia de aquella en no tener unas exequias estrepitosas cohibió a todo el mundo.

CAPITULO 14.
Toda la familia Campos y sus amigos cenan de forma cansina, Fernando piensa en todo lo que han cambiado sus hermanos, ya no existe el amor de niños que rompió su madre repartiéndolos por Europa, y se preguntan porque habrán ido a visitarles, algún plan debieron plantear, no puede ser fruto de la casualidad.
Antonio piensa lo mismo que él mientras habla con Angélica y todos hablan sobre la no paternidad del mayor de los hijos, y el no querer el matrimonio tener hijos. Sin saber porque se siente desvinculado de todos, o más bien cada vez más vinculado a su mujer, valora el hacerse un reconocimiento medico los dos para ver de esa forma si ella tiene algo sin levantar sus sospechas o incluso hacer un viaje por España visitando a la familia de él dispersa por todo el territorio.
También valora la situación de Juan y Fernando, la diferencia reside que el hijo es consciente de que su discontinua ternura por su padre, está infectada de deseo de venganza por el desapego que achaca solo a él y no a su madre. Juan por su parte no acierta a comprender la seriedad del resentimiento ni tampoco su capacidad para frenarlo.

CAPITULO 15.
Los niños alteran la fisonomía de la casa, lo invaden todo y producen malestar en el ambiente, Fernando muy guasón hace ver que realmente molestan a su hermana y esta lidera el bando anti-Fernandito. Los dos matrimonios se llevan bien y en cierta manera compaginan, todos tienen claro que la situación que se vive en la casa es al menos discutible, hay una situación liosa familiar aunque nadie conoce los detalles precisos de la complicación. Angélica esta convencida que su cuñado pequeño concentra toda la extrañeza, es como un agujero negro.
Al acabar el puente y tener que volver a Madrid, las dos mujeres se quedan en la casa, convencidas de que algo va a pasar en el Asubio, y ellas quieren ser testigos directos del suceso. Angélica lleva la voz cantante, es más inteligente que su cuñada en un contexto de amistad con protección invertida, aunque nunca fue todo lo bien recibida que quería en la familia, su suegra la tomo simplemente como la mujer de su hijo sin valorar sus posibilidades; esto fue algo que ella nunca llevo muy bien, y ahora podía ser el momento de hacerse respetar por si sola, no por ser la mujer de un Campos.

CAPITULO 16.
Juan ha rehuido hacerse cargo de la situación, no valora que la familia se quiera quedar con él en la casa y se inhibe en su mundo, piensa de nuevo en su pasado, en el papel jugado por su mujer que tenia la medida de todas las cosas, la muerte de esta, la situación por la que pasa Emilia, pero nada de todo ello le impedirá disfrutar de su retiro, nadie le hará sentirse culpable.
De repente en sus pensamientos, y bien entrada la noche, tiene miedo, llama a Antonio que acude a su encuentro. Le cuesta explicarse y se escabulle preguntándole por su mujer, haciéndole ver que una visita a un medico igual le venía bien, sin embargo este le hace ver que la ansiedad de aquella no es fisiológica del todo, y que ella le necesita más a él que a su marido, que él conoce todos los significados y ellos desconocen el significado de la muerte. Entienden el amor y la vida y la devoción y la fidelidad y la pasión y la fidelidad –la repite como un ensalmo- pero no la muerte.
Juan no sabe que contestar, se valora quién es quién en el grupo familiar y promete hacer lo que pueda, aunque no sabe si realmente somos susceptibles al consuelo.

CAPITULO 17.
Fernandito prolonga la estancia sin ninguna finalidad, no es capaz de dar con ella, es como un hámster en su noria. No para de valorar su relación con su padre, cuando era su preferido, situación que se acabo al terminar el bachillerato, cuando empezó la universidad, tiempo en el que hasta se sintió liberado. En aquellos años de su juventud Antonio era el autentico serpa de todos los hermanos y su padre el auténtico general.
Recuerda cuando se animo a hablar con su padre animado por Antonio, a plantearse recuperarle, le pregunto si quiere conocer una cosa de él que no sabe, solo se la dirá si realmente la quiere saber. Ante la respuesta positiva se lanza y le dice que “es maricón” la respuesta de él ¡qué va hombre, que va a ser! le lleno de interrogantes, nunca espero una reacción así, significaba que no tomaba nada en serio a su hijo. Este le dice que se acuesta desde siempre con Emeterio y como respuesta recibe que no le parecía grave, que eran cosas de una fase, que si la cosa continuara dentro de unos años que lo debería valorar.
Aún vivía su madre y siempre creyó que a esta nunca le dijo nada aquél. Con su madre nunca tuvo problemas, siempre le hizo sentirse vivo y guapo, lince y rápido como ella. Al poco tiempo se detecto la enfermedad de ella.

CAPITULO 18.
La educación anglosajona de Matilda hizo que en la casa se educara desde niños a no rebajar al máximo la emotividad, se practicaba una afectividad rebajada, por eso la reacción de su padre la entendió dentro de ese orden.
La enfermedad de su madre no unió a la familia, aisló a cada cual consigo mismo, el rechazo a parecer enferma antes sus hijos fue lo más perturbador para él. No para de darle vueltas a la conversación con su padre y a cual de los dos se parece más e incluso le pregunta a Antonio si cree que sus padres estuvieron enamorados alguna vez, no se parecían en nada y estaba convencido de que ni se amaban ni amaban a sus hijos.

CAPITULO 19.
Angélica ha pensado mucho en estos días, al no suceder nada y no parar de pensar se ha vuelto sentimental, esta muy a gusto, tiene la oportunidad de vivir por primera vez con los Campos y el aire libre le esta sentando muy bien.
Andrea vista las circunstancias decide irse en tren a Madrid, no ocurre nada y sus obligaciones maternales la demandan. Para su sorpresa Angélica recibe la invitación de su suegro de quedarse, a ella nadie la reclama. Antonio también se sorprende de la nueva situación y de cómo su jefe se integra en la vida cotidiana. La nuera habla con su marido y decide quedarse, podrá conocer mejor a su suegro sin el estorbo de su suegra que no le prestaba la más mínima atención.

CAPITULO 20.
Se acercan las navidades, Juan y Angélica dan largos paseos e intimidan cada vez más, él le habla de su mujer, le recita poesías, le habla del amor y del desamor. Ella poco a poco se va embobando en la situación, cada día esta más a gusto y apenas se acuerda de su esposo.

CAPITULO 21.
Fernando sigue en la casa, ya no da disculpas en el trabajo, se siente perdido y ya no quiere volver a Madrid, a la hora de los almuerzos Antonio tiene la impresión que este va a acometer una travesura, nada mejor para una sensibilidad vengativa que asistir al comienzo de un cortejo bufo entre un suegro y una nuera. Su padre se pondrá en ridículo casi con seguridad si la nueva relación amorosa se confirma.
Hay otro asunto que le retiene en el Asubio, es Emeterio, le siente como algo suyo, como una propiedad y también se siente querido, lo único que le incomoda es la novia de aquél que le resulta insoportable.
En una de las comidas lanza punzadas a la relación entre los familiares, ella reconoce que siempre mostró interés por muchas cosas, y sobre todo por las personas, lo que le vale para cizañar más la situación. La situación es tensa, pero ninguno de los dos, ni padre ni hijo van a agredirse directamente se mantendrán en el terreno semineutral de las puntadas hasta que alguno de los dos se cansen, al menos eso es lo que piensa Antonio. Este escucha como su mujer le dice posteriormente que el deseo de la difunta era que ellos cuidasen de toda la familia.

CAPITULO 22.
Juan valora a Angélica, no ha cambiado su opinión sobre ella compartida por su mujer, le parece una boba con buen tipo, de buena familia y ciertas pretensiones culturales, no teme por su seguridad sentimental, pero teme la incomodidad que sería la secuela de un dolor o un duelo muy pronunciado por parte de Emilia o una hostilidad incontrolada de Fernandito. A esto se han añadido, por pura casualidad, Angélica y sus confidencias, cuya situación le resulta cómicamente trágica.
No puede quitarse de la cabeza a la Matilde Turpin que apareció con veinticinco años en el bar de la Facultad de Filosofía de Madrid, de su innegable inteligencia de la que en ocasiones piensa que era sin afectos, desafecta y despegada, pero de un fuerte corazón.

SEGUNDA PARTE. “JUAN Y MATILDA”.
CAPITULO 23.
En el año 88 con el despertar de los negocios de su mujer, Juan se sentía solitario, muy solo y desamado; su amor hacia ella le anulaba, le traía a mal traer, le jodía vivo. Recuerda cuando conversaba con Antonio sobre ello y valoraban la situación. También le cuenta que desde los primeros momentos de apego físico, decidieron adoptar la idea rikeana de que el matrimonio consiste en dos soledades que mutuamente se respetan y reverencian.
Habían sido inteligentes y auto conscientes, cuando la figuración de los dos proyectos de cada una de las soledades se hizo realidad, no había nada que decir, nada que añadir, ya estaba todo dicho. Así que no lo hablaron, no habían parado de hablar desde el día que se conocieron en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid hasta el momento en que ella decidió organizar Gesturpin. Al llegar ese momento siguieron adelante, pero eso no lo hablaron, lo hicieron.
Matilda conocía a todos los banqueros amigos de su padre, Kenneth, que se carteaban en latín, y con los que ella y su padre jugaban al poker. Cuando les anunció a la muerte de su padre que iba a montar una gestoría financiera para inversores en bolsa y que iba a utilizar su primer apellido, la acogieron calurosamente y eso fue determinante para comenzar el negocio. De aquí al éxito todo fue un paso.

CAPITULO 24.
Los dieciocho años primeros de su matrimonio pareció visto y no visto, fueron años felices, con dos lados, uno el de los niños que crecían y otro el de sus dos proyectos vitales que funcionaban al unísono, aunque el proyecto central de la pareja fue el del marido.
Matilda en esos años se dedicaba en cuerpo y alma a su marido, y era una fiel compañera en las reuniones de los matrimonios de la cátedra, dónde ella parecía con sus opiniones una más del mismo. Incluso valoro dedicarse también a la filosofía, pero la simiente de los negocios la llevaba dentro y se lo impedía.
Coincidiendo con la muerte de su suegro de su infarto, visito Londres por segunda vez, no se le da nada bien el inglés y aborrecía el ambiente financiero, en aquel momento su mujer decide dedicarse a los negocios. Meterse en negocios es cosa de hombres, no se opuso frontalmente y apoyo un proyecto que a todas luces no le satisfacía, aunque si referencias a él y a sus hijos: te echaremos de menos si estás siempre de viaje.
Recuerda hablar con Antonio de las puntadas sobre el tiempo que estaba fuera de casa, e incluso recuerda un chiste de Jaimito contado por Fernandito con catorce años que era una auténtica alegoría a la falta de presencia de la misma en la familia. Ellos no debatían la situación, pero si las indirectas eran cada día más directas.

TERCERA PARTE. EL ASUBIO.
CAPITULO 25.
Juan había hablado esa tarde con Emilia, y ahora le contaba al marido de esta con un libro de Teología, el tomo XVI de la Suma Teológica lo que para él se le tiene que decir a Emilia acerca de la Resurrección y el lugar reservado a las almas después de la muerte, a pesar de que ambos crean que lo que allí pone no es verdad.
Antonio no toma a bien la propuesta, entiende que lo quiere es engañar a su mujer y le contesta que a lo mejor para curarla lo mejor es sacarla de la casa, irse los dos. Campos intenta convencerle de que no sería lo más adecuado, pero él insiste que imposible no es, es factible, por costoso que sea.

CAPITULO 26.
Juan y Angélica hablan sobre la conversación con Antonio, para él este y su mujer en la casa de campo, son el cuerpo de casa, son y han sido siempre mucho más que eso, pero sin dejar nunca de también ser eso. Si al final se van, será un gran contratiempo, la viabilidad del Asubio queda amenazada si ellos se van.
Ella se sorprende mucho de la decisión, desde el primer contacto con la familia, ellos están ahí como dos más; él sin embargo no le cuenta toda la verdad, la situación de Emilia, y es que le incomoda que al cabo de los años y desaparecida Matilda ocupen la secuela de ese fallecimiento el lugar que le corresponde a él sol, siente sin duda celos. A pesar de ello si se van, lo sentirá mucho, él es su mejor y único amigo.
Su nuera insiste en que no es posible, que no son sirvientes, que son amigos, y a los amigos no se despiden. Para él, son las dos cosas, aunque su mujer nunca lo aceptó, nunca quiso discutirlo ni con él ni con nadie, sino que claramente se negó a aceptar la evidencia y murió en brazos de Emilia, sorbiéndole a él visitarla en sus últimos momentos, negándose a aceptar que en realidad solo era una empleada.

CAPITULO 27.
Jacobo llama a su mujer para decirle que ira a pasar el fin de semana de la Inmaculada, ella finge estar encantada, pero realmente es un incordio, no quiere interferencias entre ella y Juan, y a su suegro ya le ha contado que se aburre con su hijo.
Cree además que su suegro la necesidad, porque tras distanciarse de la pareja y de su hijo no tiene con quién hablar, y en los largos paseos es claro que ambos disfrutan de su compañía mutua.
Al comunicarlo a la familia, su cuñado aprovecha para lanzarle punzadas sobre el inoportuno momento de la visita, con lo que bien que se las esta apañando ella, la situación es violenta para toda la mesa y hasta Emeterio que la comparte con ellos se extraña del proceder de su amigo. Juan y Antonio por su parte están a sus cosas y cada uno por separado valoran la conversación de ayer, ninguno ha quedado a gusto con ella.

CAPITULO 28.
Antonio mira la penosa situación en la que se encuentra su mujer, y que desmejora físicamente día a día, y la compara con los vencejos que se caen del nido, la enfermedad de su amiga fue tremenda para ella. Siente una sensación de soledad que jamás ha sentido en todos los años que lleva de convivencia, y los siente desde que dijo a Juan que lo mejor era irse, ese sentimiento de soledad se ha desplomado también como un sentimiento de culpabilidad.
Su mujer no mejora, sino empeora, e incluso se refiere a Matilda en presente, por otro lado Juan ya no es el que era aunque parece que siga siendo el mismo, y las continuas referencias de su mujer a su amiga están haciendo también mella en él.

CAPITULO 29.
Antonio siente que no oye bien, y valora que ello es más molesto que la vista nublada, acude a Fernando para que le hable a Emilia, ya no puede más y necesita que él que tanto se parece a su madre, le hable con cualquier pretexto.
Halagado por la petición, y seguro de que lo ha hecho por ser el más responsable de la casa, visto el proceder que de su padre, que nunca fue el cabeza de familia, ya que siempre lo había sido su madre, se propone ir a hablarle de forma inmediata.
Acude a su parte de la casa a buscarla, y como se ha ido a recados, decide ir a su encuentro a Lobreña, Antonio valora la situación y pensando en un posible suicidio de su mujer arranca en el otro coche detrás.

CAPITULO 30.
Fernando no la encuentra, pero si a Emeterio y a su novia en el centro comercial, lo que le indigna y aún más cuando ella le propone quedar un día los tres juntos. Antonio tampoco encuentra a ninguno de los dos y desesperado acude a la Guardia Civil para dar cuenta de la desaparición, a pesar de ser consciente de que no a pasado el tiempo debido, si bien antes llamo al Asubio para cerciorarse de que no estaba allí.
En la casa le notifica a Juan la ausencia, pero este sigue ensimismado en las conversaciones con su nuera, desolado espera en su habitación noticias del exterior. A las dos de la mañana llega Fernando con síntomas de embriaguez que se disculpa por no haberla encontrado. Hacia las siete le llama la Guardia Civil, su mujer ha sido encontrada en Letona y se encuentra perfectamente.

CAPITULO 31.
La policía local encontró el monovolumen con Emilia sentada al volante como ida, junto a la grúa de piedra del antiguo muelle de carga, si llega a frenar el coche medio metro después se cae al mar. Su marido la recoge a primera hora en la comisaría, ella no aparece impresionada por el lugar ni por la aparición de su marido, la policía le cuenta como la encontraron y como la sacaron del coche.
Antonio se encuentra por primera vez realmente sola, su mujer esta muy enferma, Fernando ha demostrado que no es de fiar y su padre ya no es el era. Ha sido pedir ayuda angustiado por la situación de su mujer, cuando ha descubierto que nadie en la casa se la proporciona.
No se atreve a preguntar a su mujer los motivos que la llevaron al muelle, cuando lo hace, ella simplemente le dice que le apetecía ir a un sitio en el que había estado de niña antes de marcharse a Madrid. Se disculpa por el susto causado, y le pregunta si cree que esta loca al sentir a Matilda todavía presente en todos los actos.

CAPITULO 32.
Juan repasa su vida como las respuestas a un examen tipo test, en su entorno tiene todo lo necesario materialmente para disfrutar de la vida, comodidades, sirvientes, dinero y libros, pero no es feliz. Esta persuadido de que todo se ha simplificado ya de una vez por todas, esta dispuesto a mandarlos a todos a la mierda de un patadón y quedarse solo con los guardeses, Angélica también tiene los días contados ya que su marido esta al punto de caer, el amor de su nuera es irrisorio, pero a la vez le halaga ya que aún esta de buen ver.
Al desaparecer Emilia desaparecerá todo rastro de Matilda, sus fantasmales restos, su violencia. Para Juan la intensa violencia del rechazo del marido y de la aversión a morir que exhibió su mujer a la hora de morirse le hirió profundamente. No quiere saber nada de Antonio, la vieja familia esta quebrantada, ahora bien lo adecuado sería hacer que se vayan sin decírselo.

CAPITULO 33.
La nueva pareja caminan cogidos de la mano hacia los acantilados y el mar, él sigue teniendo muy presente el resquemor con su ex mujer y con Emilia, a la que ella amo más que a él sin reconocerlo. Inmerso en sus recuerdos comienzan a bajar por los acantilados a una playa que frecuentaban de jóvenes y que a ella le recordaba un cuadro de Patinar, y filosofea sobre los seres humanos, que para él somos esencialmente buscadores y halladores de sustitutos.
Ya en la playa le dice a su nuera que su mujer ya no se le aparece porque es un alma condenada, ante la sorpresa e indignación de ella. Le enseña la cueva a la que solían acudir mientras continua con su discurso sin sentido. El anochecer cae sobre la playa y son incapaces de encontrar el camino de su vida, solo les queda refugiarse en la cueva, dónde abraza a su nuera y juega con ella metiéndole el miedo en el cuerpo y hablando de cosas que aquella no es capaz de asimilar. Ella intenta llamar por el móvil, pero no hay cobertura, si en la casa no reaccionan se quedaran allí toda la noche, con el frío y humedad que ya les hacen mella.

CAPITULO 34.
En la casa hay un gran tumulto, Jacobo se presento con un amigo para cazar en el fin de semana y el encontrar a nadie provoco intranquilidad, son las doce de la noche y la presencia de los coches en el garaje altera aún más la situación.
Antonio aconseja ir a los acantilados y propone hacer dos grupos, él se ira con los dos hermanos y Boni con el otro. Antonio va directo a los acantilados que dan acceso a la pequeña playa en la que esta la cueva de los Cámbaros, que era un lugar visitado y deseado por todos los Campos. Vocean sus nombres y enseguida la pareja responde acabando para Angélica una noche de sinsabores que no sabía hasta dónde podía llegar.

CAPITULO 35.
Al día siguiente, él instalado en su despacho respira seguridad y equilibrio invernizo, esta aislado del caos medio-cómico de la casa. Su nuera se ha metido en la cama, que no comparte con su marido, y no sale en días; su hijo y su amigo andan de cacería. Come solo con Antonio, con el que apenas se habla, al final le pregunta como pudo dar con ellos, este le recuerda los viejos tiempos, y su neutralidad acaban al otro sacándole de quicio.

CAPITULO 36.
La pareja sigue teniendo en boca al matrimonio, que para él son enemigos pagados, los empleados domésticos acaban siendo eso, y ellos también.
Fernando va a hablar con Antonio, no lo hacían desde el día de la desaparición de Emilia, y esto no le sorprende, esta acostumbrado a sus dos vertientes, al decaído y biliar y al posterior exaltado y maligno. Le pregunta que hacer con Emeterio, le cuenta sus relaciones y la presencia ahora de su novia, que no soporta y le da unos celos tremendos, le cuenta los sucesos del día de la búsqueda y la encrucijada en que se encuentra. Antonio le agradece la confianza y le hace ver que tiene que pensar que es lo mejor para él y su amigo, y aquello que decida sin duda será lo más correcto.

CAPITULO 37.
Angélica ha prolongado la convalecencia todo lo posible para no tener que verse ni con su marido ni con su suegro, uno le da jaqueca y otro taquicardia; su marido se presenta en la habitación dispuesto a hablarle. Al final ella le dice que de la casa no se mueve a menos que la eche su padre, y que si lo hace se va a la de su madre, no le deja, simplemente se separa de él por incompatibilidad de caracteres.
Jacobo entra en el despacho a hablar con su padre, debe de ser la primera vez en su vida que lo hace, nunca se han hablado nunca de nada, que no sea lo corriente. El padre lamenta la situación, la conoce a través de su mujer, con la que esta muy contento, realmente parece la hija que ya no tiene desde que se caso. El hijo no entiende nada, reconoce su fracaso matrimonial, y se despide haciéndose cargo de que él solo es un alto ejecutivo ejemplar que aburre a las piedras, y que sin duda su mujer será mucho más feliz sacando partido a la inmensa sabiduría de su padre.

CAPITULO 38.
Juan entra en la habitación de Angélica y la besa en la boca, se produce un salto cualitativo no esperado, ella no sabe si disfrutar del goce o reaccionar violentamente, al final se entregan mutuamente, y él acaba riéndose, no deseaba a su nuera, se ríe justo porque esta logrando fingir con éxito que la desea sin desearla. Hay que hacer el mal, porque el bien ya esta hecho.
En el jardín, ella se encuentra con Antonio que no muestra muchas ganas de hablar, al contrario que ella que le cuenta que de momento se va a quedar en la casa y ayudar a escribir a Juan sus memorias, sin duda era consciente de que su presencia indefinida requería una justificación precisa.

CAPITULO 39.
Emilia le recuerda a su marido como en el lecho de muerte de su amiga, el marido de esta entro cuando ella estaba dormitando cogida de su mano, ella le cedió el sitio, pero su mujer le dijo que se fuera y que no volviera. Él así lo hizo, pero volvió y le pregunto lo que pasaba, ella le dijo que si no veía que se estaba muriendo y que lo único que quedaba por hablar es lo que hay, que es el usufructo de la tercera parte de todo lo que hay más la libre disposición entera. Contesto que no quería nada de ella y recuerda que levanto la mano como si fuera a pegarle, ante el susto que se llevo Emilia.
Recuerda la discusión que mantuvo el matrimonio y como ella sin fuerzas, y sin conseguirlo se quiso levantar para enfrentarse a él, las explicaciones de ambos no eran entendidas por ninguno de ellos.
Antonio esta convencido ahora que para su mujer ha terminado todo, se ha despachado hablando de los últimos sucesos que consumieron a su amiga, de ahora en adelante sin esa losa su vida sería otra, las ataduras ya estaban rotas.

CAPITULO 40.
La nueva pareja se declara su amor, ella imagina el amor entre sus suegros, no para estimularse eróticamente, ni por curiosidad, sino para elevar la calidad de su amor. Para Juan el hace el amor con su nuera, significa inaugurar un nuevo mundo, ya no hay vuelta atrás. Ella escribirá sus memorias y compartirán habitación y cama.

CAPITULO 41.
Boni y Antonio hablan del futuro del patrón, y este le hace ver que todo va a seguir igual, con la nuera de este permaneciendo en la casa, entre los dos sobran las palabras. La conversación lo perturba de forma ostensible, debe de tomar una decisión con respecto a su mujer, seguro que encuentra a un médico que le ayude a salir del callejón sin salida en el que se encuentra.
Fernando comenta a su extutor que ya hablo con Emeterio y que lo dejan, le deja el camino libre a la novia de este, le comenta que se vuelve a Madrid y a su trabajo, y que su padre le abordo, pensaba que le iba a hablar de su nueva relación con su cuñada, pero realmente era para echarle en cara que hacía mal dejando a Emeterio, que la homosexualidad estaba de moda y que debería disfrutar de él. El padre una vez ningunea al hijo.
Antonio y Balbi, hablan sobre el hijo de este, la posible boda y como ella le da el visto bueno a la vez que le cuenta el acuerdo entre las familias para que la pareja pueda plantearse el futuro con una mínima base económica.
Juan llama a Antonio, necesita hablar con él, aunque su amigo no tenga ninguna gana, hablan de los cambios, de Angélica que para su amigo es ahora su concubina. Uno esta irritado y el otro no para de hablar, de su nuera, de su mujer, de la nueva situación creada y al final le pregunta cuando tienen pensado irse, aun tiene presente la conversación mantenida días atrás y deben de tomar una decisión ya, lo siente pero no puede hacer nada por retenerles y les da un mes para poder buscar sustitutos.
Este acepta el reto y le dice que incluso se irán antes si encuentra a alguien antes, esto desespera al amo, que por primera vez pierde los nervios y grita, nunca antes nadie le recuerda iracundo. Al final descarga contra él, le dice que no sabe nada, que realmente no lo conoce, que la Turpin los engaño a todos y que por eso liquido y malvendió todo el imperio creado por ella. Antonio defraudado se va sin decir nada.

CAPITULO 42.
Antonio acompaña a Balbi hasta la puerta de la calle, al irse el piensa que nada tiene continuidad y en que pudo hacer y no hizo para evitar que su mujer llegara a ese estado. A la vuelta y para su sorpresa suya Emilia lo recibe animosa y sonriente, esta tomando un whisky y fumándose un cigarrillo, le comenta que en ocasiones él le parece un gato, todo el día ronroneando.
Le comenta que se acuerda de los gatos de Madrid cuando trabaja entre los burguer y el banco, de los gatos del canal de Isabel II al que acudía al atardecer de los días calurosos de verano y en el que una jauría de gatos de todo tipo vivían en él y se alimentaban en muchas ocasiones de la comida que les llevaba la gente. Pero sobre todo se acordaba de otros gatos, más parecidos a ellos, aquellos que la gente abandonaba cuando se iban de vacaciones, que se protegían debajo de los coches y no sabían a dónde ir. Eso somos nosotros, no sabemos dónde ir, solo Matilda nos quería.

CAPITULO 43.
Juan filosofea ante su nuera de la situación de esta, que aún no ha superado su adulterio, y la hace ver que tienen que ser fuertes y no dejarse ir, no tienen a dónde ir y deben apoyarse mutuamente. Esta terriblemente enfadado porqué a su parecer Antonio le traicionó por haberse suicidado y por el punto de despecho con que lo hizo, abandonándole y dejándole solo. Igualmente le hace ver que su forma exagerada de tomarse la noticia no le gusto, ya que no le dejo nada para él, parecía como si únicamente ella sintiera el terrible desenlace.
Ella se ve sobresatura por la forma de hablar de su amante, esta muerta de frío a pesar de que la temperatura es alta, no da crédito cuando él le dice que suponía el desenlace del matrimonio al oírles salir con el coche a altas horas de la madrugada, y que la aparición del coche en el fondo del mar en la punta de la barra de Letona era algo que él presentía. Igualmente le dice que la falta de sentimiento de dolor que ambos han sentido por la muerte tanto de Matilda, como ahora de Antonio y Emilia ya no tiene remedio.
Angélica piensa en su situación, en el tiempo que no habla con su marido, ni se comunica con nadie y en lo distorsionada que es su vida desde que se entregó a su suegro. Él sin embargo sigue con su juego ambiguo del día a día y le hace ver lo cruel que ella ha sido, sin saber si lo que tiene es frío o le aterra el más allá, para acabar indicándole que mejor aquel día duerman en camas separadas, a la vez que le hace ver que ella no sería capaz de llevar una vida fuera de la casa, no podría llegar la desaparición social que significa su adulterio con él.

CAPITULO 44.
Ninguno de los tres hijos subió al Asubio, solo Fernando se intereso de cómo llegó la noticia allí, Bonifacio le contó que la policía al descubrir el coche encontró la dirección y el teléfono de la casa, su padre recibió la llamada y mandó al matrimonio con su hijo en su coche para identificar los cadáveres, esto confirmo las sospechas de aquél, su padre se había inhibido del asunto.
Nadie habló de la absurda situación de Angélica, convertida en barragana y criada de Juan. Así que una vez el instinto de Matilda en confiar la educación de sus hijos a sus amigos, y en última instancia a los guardeses fue certero.
Fernando que comprende y comparte el amor de Emeterio hacía su novia se responsabiliza de localizar a la familia de Emilia y de Antonio darles la noticia, para ello el guardes deberá de revolver entre sus cosas personales. En el depósito de cadáveres los hermanos discuten el proceder con los mismos, al final deciden incinerar y depositar las cenizas en un nicho común en el cementerio de Lobreña.
En pleno entierro Jacobo recibe la llamada de su mujer, pidiéndole ayuda y que la vaya a ver y la saque de la casa, él le comunica que va a pedir el divorcio y ante la negativa de ella, él le hace ver que este es definitivo, que se quede con su padre y su única curiosidad es saber si una vez divorciada su vida con su padre será igual.

PROTAGONISTAS:
 Juan Campos. Filosofo. Viudo de Matilda Turpin.
 Andrea, Jacobo y Fernando. Hijos de Juan y Matilda.
 Angélica, mujer de Jacobo.
 José Luís, marido de Andrea.
 Emilia. Secretaria particular de Matilda.
 Antonio Vega. Marido de Emilia, al servicio del matrimonio Campos.
 Bonifacio y Balbanuz (Balbi), guardeses del Asubio.
 Emeterio, hijo de los guardeses y amigo-querido de Fernando Campos.



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"Desafortunadamente la vida es corta, los cientificos están ocupados y los chiflados tienen la costumbre de escribir montones de libros y artículos". Martín Gardner (1914- ) escritor y matemático estadounidense.

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