lunes, 20 de diciembre de 2010

El viaje del Elefante. José Saramago.

TITULO: “El viaje del elefante”. AUTOR: José Saramago. Editorial Alfaguara. Madrid, 1º edición noviembre 2008. 270 páginas.


CAPITULO 1
El rey Jorge III propone a su mujer hacer un presente a su primo Maximiliano, Archiduque de Austria y regente de España, que esta pasando una temporada en Valladolid, para compensar el regalo de bodas que le hicieron hace cuatro años que no era de la categoría necesaria.
La reina le propone regalarle a Salomón, el elefante venido de la India hacía dos años, que esta en Belén y al que nunca acuden a visitar. El rey aunque no le parece el regalo adecuado acepta la propuesta.
Al día siguiente el rey manda escribir a su secretario, Pedro Alcoçava –que había heredado el cargo de su padre- una carta con la proposición y envío a su caballerizo mayor con la misma a Valladolid a hacer la entrega y esperar la correspondiente contestación.
El rey decide ir con su secretario a ver al animal, aunque antes tuvo que poner trabas a la reina para que no los acompañasen como era su deseo. Allí el rey ve el deplorable aspecto tanto del elefante como de su cornaca, ordenando lavar inmediatamente al animal, el cuál se muestra encantado y feliz por algo que apenas recordaba, y para sorpresa del monarca una vez limpio se le veían los lunares y pelos típicos de la raza pero nada estéticos, lo que le hizo dudar si sería del gusto del yerno de Carlos V. También ordeno que le hicieran al cornaca –Subhro- dos trajes nuevos para el viaje, a la vez que maldecía el nombre.

CAPITULO 2
Al cabo de tres días el rey en compañía de la reina, que siempre participaba en las reuniones de Estado, recibe al caballerizo mayor que porta la contestación del archiduque. Esta viene en latín y es el secretario en leer los párrafos más importantes, que no son otros que acepta y agradece el ofrecimiento realizado, a la vez que no sabe aún cuando se irá para Viena, pero que el regalo lo puede enviar cuando lo desee, aunque lo ideal sería que fuera en breve para que el animal se vaya acostumbrando al cambio de ambiente y de personas.
El rey ordena al caballerizo organizar la expedición de entrega, los ayudantes, la escolta, y los animales de carga para las provisiones humanas y del animal. La reina ante la aceptación no pudo reprimir las lágrimas e incluso el monarca estuvo a punto de volverse atrás en la decisión tomada.


CAPITULO 3
A los diez días salía el elefante encabezando toda la caravana en el mayor de los secretos, siendo únicamente despedidos por el monarca y su secretario, la reina en Palacio no había sido avisada de la partida.
La variopinta caravana compuesta de hombres, elefante, bueyes, mulas y caballos apenas recorrió camino el primer días, el motivo no era otro que la pareja de bueyes caminaba muy despacio tirando de la carreta que contenía la cuba de agua imprescindible para el presente real.
El retraso de los bueyes permitió al cornaca sugerirle al comandante la posibilidad de coger otro par de bueyes en alguna de las aldeas por las que pasaran y que los hombres que iban como ayudantes empujaran por detrás el carro. Ambas propuestas fueron aceptadas por el militar, así como que la marcha se debería de ajustar a las necesidades de Salomón, viajarían a primera hora de la mañana y al anochecer, en horas del sol el animal dormía la siesta y también lo harían el resto de la caravana. Este proceder aseguraría que el elefante llegara con buena salud a su destino.


CAPITULO 4
El comandante a la luz de la luna llena de agosto, hace ver al cornaca que en las tres horas de caminata han recorrido diecisiete kilómetros, y de la importancia que esto tenía para motivar a los hombres. Subhro no quiere contradecirle, pero esta seguro de que han sido menos. En la noche este se siente indispuesto y al ir a hacer sus necesidades ve una aldea, el objeto deseado para poder conseguir más bueyes. Acude a la tienda del jefe pero no lo dejan despertar. Cuando este despierta, y antes de que nadie le diga nada, ve también la aldea.
Hacía la misma se dirigió con dos hombres de su confianza y el boyero, sin antes maldecir al diseñador de la comitiva por sus continuos olvidos de temas fundamentales. Las tres cuartas partes al menos de la aldea y sus tierras pertenecían al conde, y para cualquier necesidad debería de hablar con el capataz. En el Palacio allí lo encontró y este le entrego la pareja de bueyes, después de que el militar le firmase un documento en el que reconocía haber tomado posesión de los mismos y se comprometía a devolverlos una vez realizada la misión.


CAPITULO 5
La lluvia hizo acto de presencia y fue motivo de preocupación tanto para el comandante como para el cornaca, sin embrago la cosa no fue a más y el contingente pudo descansar y secarse la ropa. En la siguiente aldea el militar preocupado por sus hombres, hablo con los propietarios de las casas y estos alojaron a la práctica totalidad de los mismos.
Al cornaca el comandante le preguntara que haré él en Viena, a lo que este le contesta que lo que hizo hasta la fecha, cuidar del animal hasta su muerte, y que él sepa solo uno se libro en este mundo. A instancias del otro, tuvo que contarle la historia, basada en la religión hindú, en la que a un elefante moribundo le cortaron la cabeza y se la colocaron a un dios llamado Ganesh y que esta muerto.
Interrogado tuvo que explicar que para la religión hinduista hay muchos dioses, y que él era cristiano más o menos, ya que de pequeño lo bautizaron, pero nunca practico la religión. Para los hindúes Brahma fue el creador del universo, Vishnú el encargo de conservarlo y Shiva el destructor y que la muerte se entiende como principio generador de vida. Ganesh es hijo de Shiva y Parvati, la diosa de los cien brazos, que al igual que la cristiana dio a luz sin intervención de su marido, creó un muñeco con jabón en una ocasión en la que estaba dándose un baño, al que dio vida y ordeno que no dejara a nadie entrar en el recinto. Cuando llego Shiva no le dejo entrar y este se enfrento a él, cortándole la cabeza, ella le ordeno que le devolviera la vida, y este acudió a Brahma pidiéndole que le sustituyera la cabeza por la del primer ser vivo que encontrara en el camino siempre que fuera en dirección norte, y este no fue otro que aquél elefante, y así fue como Ganesh vivió después de morir.
Toda esta historia estaba siendo escuchada por dos lugareños a distancia, por lo que no fueron capaces de oírla entera, así que se quedaron con que el elefante era dios, e indignados fueron a despertar al cura para decírselo. Este les emplazo para el amanecer junto con el resto del pueblo para ir en busca del animal, y desposeerlo de cual mal diabólico que pudiera tener, para lo que llevaban agua bendita, aunque en realidad era del pozo de la casa. A pesar del aviso de que no se acercara mucho al animal, el cura lo hizo y aquél le empujo con la trompa derribando al hombre y al agua, este salió del paso reconociendo que el agua no era bendita y por eso la reacción del elefante.
La comitiva continuó su viaje por un banco de niebla, lo que hizo que el comandante tomara la decisión de realizar todo el camino por tierras portuguesas, lo que le depararía menos sorpresas que hacerlo por tierras castellanas.


CAPITULO 6
El comandante se para a pensar en su mujer embarazada y de sus hijos, de seis y cuatro años, y de una novela que ya ha leído en cuatro ó cinco ocasiones, el Amadís de Gaula, que cuenta los amores imposibles de éste y Oriana, ambos hijos de reyes, aunque aquél repudiado por su madre. Todo esto recordaba a la vez que valoraba la vida demasiado descansada de un oficial portugués en tiempos de paz, y se ponía en la piel de Amadís con todas sus aventuras.
A los pocos días llego la comunicación del secretario real que el elefante sería recibido por tropas españolas o austriacas en el puesto fronterizo de Castelo Rodrigo, y él que llegara primero esperaría al otro. El mensaje era claro.


CAPITULO 7
Los lobos que tanto temían los hombres aparecieron en lo alto, pero tras examinar a la comitiva se fueron, mientras Salomón mostraba claras muestras de cansancio, ya no por la duración del viaje, sino por lo desastrosos de los caminos que transitaban. El comandante hizo ver al cornaca que apenas quedaban dos días de viaje para llegar a destino, y que si lo hacían antes que los españoles habría tiempo suficiente para descansar todos.
Llegaron a destino antes que sus contrarios y fueron recibidos por el alcalde, al que el militar le hizo ver que podía haber confrontaciones con los que estaban por llegar. Este le hizo ver que había mandado palomas mensajeras para ver a que distancia estaban esas fuerzas, ante la incredulidad del comandante que no creían en la labor que pudieran desempeñar las palomas, y ordeno asentarse en la fortificación de la plaza de armas sumándose él a ellos, rechazando cortésmente la invitación del alcalde para hospedarse en sus habitáculos.
Ordeno al sargento que ordenase a los treinta hombres que venían para los trabajos pesados que podían ir de regreso a sus casas, para lo que les prepararon los alimentos necesarios. El comandante no paraba de pensar con que voluntad se presentarían las tropas contrarias, pero estaba claro que con ellos no se hospedarían. Los hombres se entretenían contando historietas, entre ellas las de una vaca con un ternero que hizo frente a una manada de lobos que la acecharon durante doce días y doce noches, a los que consiguió ahuyentar hasta que fueron salvados por su dueño, pero a la que luego este dio muerte al no querer ser catada y mantener su independencia.


CAPITULO 8
La asamblea de los cargadores decidió que la vuelta sería por caminos menos duros y sin la amenaza de los lobos, Subhro le pidió a Salomón que los despidiera como se merecían, y para sorpresa y emoción de estos, formados en línea el elefante les fue pasando uno a uno su trompa por sus manos como cariño y señal de despedida, excepto con dos hombres con los que se mostró hostil a pesar de que nada hubiera ocurrido en el trayecto para que esto sucediera. Igual para su sorpresa el comandante también acudió a despedirse.
En eso estaba cuando llego un emisario del alcaide, para que se personase en su casa. Este lo recibió muy alegre, la paloma mensajera había llegado, pero no había visto el mensaje ante el desconcierto de la paloma, hasta que él llegara. El mensaje era claro, los soldados eran cuarenta coraceros austriacos, como su comandante, y no había ningún acompañante civil, y por la forma de caminar al día siguiente arribarían a la ciudad. El alcaide quiso prepararles un recibimiento muy hospitalario con su correspondiente comida, hecho que rechazo el militar, a la vez que planteo la estrategia de recibimiento, los esperarían en extramuros y no los dejarían pasar de allí.


CAPITULO 9
El comandante tenía razón con sus desconfianzas, sobre las diez de la mañana, los atalayas vieron al enemigo, que al cabo de unas dos horas se presentaban en los extramuros, en dónde fueron recibidos por el alcaide y el comandante portugués.
El comandante austriaco a través de un intérprete se mostró hostil y exigió la entrega del animal para llevárselo al archiduque, con la intención de salir de vuelta al día siguiente. El portugués por su parte, alegando obediencia a su rey se negó en redondo. Las posturas se enconaron entre amenazas austriacas de tomar la fortaleza y las alegaciones del portugués sobre las explicaciones a dar a Lisboa y Viena. Al final el alcaide hizo de intermediario y el austriaco consintió que el pequeño ejército portugués le acompañara hasta el destino final del elefante en Valladolid. Ambos comandantes acudieron a ver el estado del animal, mientras las fuerzas austriacas se asentaban extramuros.


CAPITULO 10
El viaje transcurrió sin incidentes destacables, excepto una pequeña pelea sin importancia. El portugués en un gesto de paz dejo el mando al austriaco, él ya había tenido su triunfo dejando al enemigo a dormir al aire libre el día anterior, cuando en la fortaleza había sitio para todos.
Subhro por su parte no tuvo claro cuál sería su destino al llegar a la capital castellana, no sabía si lo llevarían consigo o si allí otro cornaca esperaba a Salomón. Puso en práctica su comunicación con él, para solicitarle que rechazase cualquier atención que no procediese de él y que se mostrara hostil ante cualquier extraño. Posteriormente se arrepintió y le solicito que se olvidara de lo pedido y que no hiciera nada, fuese lo que fuese lo que se encontraran.
En las huestes austriacas el descontento era manifiesto por la conducta de un comandante, que se dejo convencer por el enemigo, sin mostrar su superioridad y poderío por razones que no llegaban a alcanzar.


CAPITULO 11
La ciudad de Valladolid, que acogía a las personas de la corte del regente español, decidió poner de manifiesto sus mejores galas para recibir al paquidermo.
El archiduque y su esposa asisten embelesados al aseo del elefante, rodeados de su corte, del clero y de algunos artistas que no desaprovechan el momento para inmortalizar la escena. Subhro, al que el intendente ya le ha comunicado que se ha decidido que el animal se llame Solimán, esta feliz al no observar la presencia de ningún otro cornaca. Una vez aseado el animal estaba esplendoroso cuando le colocaron encima una enorme gualdrapa de piedras elaborada por más de veinte artistas.
El monarca llamo al cornaca en presencia de su mujer, que aún no había parido gran parte de sus diecisiete hijos (diez varones y seis hembras) y tras interrogarle decide cambiarle el nombre por el de Frit, y solicito para él al resto de sus siervos consideración y respeto, lo que incomodo a más de uno.
Subhro acudió al campamento portugués a dar las buenas nuevas al comandante, y al día siguiente acudió con Solimán a despedir el destacamento que partía hacía sus tierras, este los despidió con un toque de trompa en la espalda del comandante y los hombres con un fuerte abrazo, se hicieron auténticos amigos en el camino recorrido.
Maximiliano decidió que la ubicación del animal en la caravana sería justo delante de la carroza real, a pesar del consejo de uno de sus privados, y así comenzaron la travesía que les llevarían a Rosas, recorriendo media España. Como llovía no pudieron poner la bella gualdrapa, ante la desilusión de los monarcas.
El paso de los días y la lluvia desluce la comitiva, que tiene que adaptarse a los hábitos elefantinos, lo que irrita especialmente al monarca, que unido a los olores que despide el animal en la caravana, motiva que pague su descontento con el cornaca, ahora relegado a un papel secundario. También decide mandar la gualdrapa a la catedral de Valladolid visto el poco éxito que ha tenido con el destino que había elegido.


CAPITULO 12
El como subir el elefante al barco fue motivo de comentarios por parte de todo el sequito, autoridades y personas que acudieron a verlo, una gran parte creía que el viaje del elefante por España acababa aquí.
Cuando comenzaron a subir en combés al elefante, el cornaca pregunto por el destino, no era otro que el puerto de Génova en Italia. La travesía duró tres largos días para ser recibidos al cuarto día como el cortejo real se merecía, aunque la presencia del elefante levanto tanta expectación que provoco los celos en el monarca, y más cuando la gente manifestó su asombro al subir con su trompa al cuidador. Entre el sequito estaban la dos hijas del monarca, la segunda de ellas con el tiempo sería la cuarta esposa de Felipe II de España y I de Portugal.


CAPITULO 13
A la salida de Génova la lluvia y el frío les acecha y el monarca para la caravana para comprar ropa adecuada a todo su séquito; ello motivo que la muchedumbre que saludaba el paso fuese menor de lo esperado. El buen tiempo volvió a la llegada a Piacenza, y en esta ocasión la gente si se salió a su encuentro, aquí acamparon y el elefante y su cuidador pudieron descansar placidamente aunque todavía con la humedad en el cuerpo.
El siguiente destino sería Mantua, famosa entre otras cosas por un bufón, llamado Rigoletto al que dedicaría Giuseppe Verdi una de sus obras. Aprovechando el buen tiempo siguieron hasta Verona y Padua. En el campamento se presento un emisario eclesiástico de la basílica de San Antonio para hablar con el cuidador del elefante. Venia para solicitarle que llevase al animal a la puerta de la basílica y se arrodillara al menos con una pata; ese acto sería considerado como un milagro que correría con toda velocidad entre los cristianos, y aunque estuviese preparado la gente no se apercibiría de ello y valdría para frenar el impulso del luteranismo que estaba ganando cada vez más afectos. A mediodía el cornaca y su fiel Solimán acudieron a la cita con el sacerdote y ante una gran multitud doblo las dos rodillas para el goce eclesiástico y la admiración popular.


CAPITULO 14
Esa misma tarde dos palomas mensajeras levantaron el vuelo hacía Trento con la noticia del portentoso milagro. El dirigirse a Trento y no a Roma fue debido a que allí se celebraba en el año 1545 el concilio ecuménico para preparar el contraataque a Lucero y sus seguidores.
En el campamento los fieles acuden a ver al elefante y Fritz llena sus arcas vendiendo pelos de elefante con una larga serie de virtudes, y así compensar la falta de pago que ingenuamente esperaba de la tesorería de la basílica. A la tarde el monarca llegó de la visita realizada al doge de Venecia y pregunto por los detalles del milagro, que allí había llegado sin muchos detalles, no quería saber tanto del mismo sino las razones que había proporcionado su realización y automáticamente llamo a Fritz que le contó todo lo sucedido, no lo castigo y le prohibió contar jamás el detalle de lo sucedido. Maximiliano buscaba una postura de equilibrio entre los luteranos y la reacción conciliar y no la quería poner en peligro.
El monarca mandó preparar todo para la partida al día siguiente hacía Trento de un tirón, si ello era posible. El intendente le contó el negocio del cornaca con la venta del pelo del elefante y aquél mando prohibir terminantemente dicha venta.
La etapa no fue posible en un día, y a la llegada a la ciudad en la plaza principal les esperaban con una sorpresa una estatua se había levantada en forma de elefante, para honrar a Solimán. A pesar de que el rey lo entendió como una forma más de negocio de la iglesia relacionado con el milagro, la realidad era que aquella estructura serviría de base para descargar la salva de fuegos artificiales con el que honrar el paso por la ciudad del archiduque. Al acabar estos la nieve comenzó a caer.


CAPITULO 15
Llegan a los Alpes, que apenas se ven y la nieve ya cae en cantidades considerables, el trayecto a Bolzano no era muy largo pero con esas condiciones climatológicas se estaba haciendo muy largo y duro, en el que Solimán va penosamente arrastrándose por las empinadas cuestas y más con la capa de hielo que ya cubría su cuerpo, a pesar del que cornaca trabaja a fondo para quitársela. El sequito se retraso al romperse una de las ruedas del carruaje real y ello sirvió para que todos pudieran descansar antes de llegar al destino de noche cerrada.


CAPITULO 16
En la ciudad los archiduques en la casa de un noble, el resto de la expedición en las casas dónde los acogieron y para el elefante encontraron un cobertizo sin resguardos laterales, que algo ayudo aunque fuera poco para evitar el frío exterior, su cuidador encontró sitio en un jergón el suelo con un mísero cobertor, antes de tener que contar a los moradores de la humilde casas sus aventuras y desventuras.
Al día siguiente le informaron que la siguiente parada era Bressanone o Brixen, que estaba a poca distancia y que una vez allí dispondrían de varios días de descanso, pero antes debían de salvar los peligros del paso de Isarco. Este paso entre montañas con riesgos de aludes y desprendimientos era temido por la gente en esta época del año en el que el tiempo era tan negativo.
Fritz piensa en sus relaciones con el monarca que no es que no le hable, sino que ni tan siquiera le mira, tiene un sueño en el que el carruaje real al rompérsele la rueda hace que la archiduquesa salga despedida al abismo del precipicio, de dónde es rescatada por Solimán con su trompa guiado por él, lo que había motivado el agradecimiento real y el sello de la paz. Pero eso no era nada más que un sueño.
El paso fue todo lo duro que se esperaba y Solimán quedo rendido cediendo incluso sus patas y rodillas delanteras con el consiguiente peligro para el cornaca, que con gran habilidad evito la caída y después fue paciente con el animal hasta que este se recupero un poco del esfuerzo realizado, con la ayuda de unos cuantos fardos de comida. La llegada a la ciudad fue muy festejada, púes traía consigo dos semanas de descanso en unas condiciones muy favorables.


CAPITULO 17
Solimán en las dos semanas que estuvo en Bressanone, dónde descanso, durmió, comió y bebió todo lo que quiso, recupero su excelente figura y hasta el archiduque fue a verlo al propio establo para corroborar lo que le decían, y acabó felicitando a Fritz por el buen trabajo realizado.
De la ciudad al desfiladero de Brenner la distancia es corta, este paso es temido por los hombres al ser muchísimo más peligroso que el Isarco, el tiempo no es bueno y ello motiva el adelanto en un día de la salida. El elefante agradecido por el trato recibido a la hora de marchar hincó las dos rodillas ante los monarcas lo que levanto una salva de aplausos; en este gesto a pesar del pensamiento de Maximiliano, el cornaca nada tuvo que ver, fue cosa solamente del animal.
Para definir el paso que viene faltan las palabras por lo majestuoso que es; la caravana lo cruza en silencio total y al contrario que en otras ocasiones totalmente congregada. La próxima parada es Innsbruck ya en Austria y la idea es de allí continuar vía fluvial, primero por el Inn hasta Nassau y después por el Danubio hasta la capital. Intercalaran dos visitas de carácter político, una en Wasserburg al duque de Baviera y otra en Müldhorf al duque Ernst de Baviera, administrador del arzobispo de Salzburgo.
Cansados de tan larga caminata llegan a Innsbruck el día de reyes de 1552, y como era de esperar la fiesta fue sonada, tanto para el monarca como para el elefante, y el primero se da cuenta de que este es un instrumento político de primera grandeza, como se demostró en las dos visitas a realizar. La parte final del viaje fue un baño de multitudes para Solimán, un continuo clamor de júbilo que pasara de una ciudad a otra como un reguero de pólvora.
La caravana no va directa a Viena, sino que desembarca en Linz, ello permite preparar la llegada adecuadamente y presentarse en la capital con todo el esplendor de la ocasión y al burgomaestre preparar a la población para el recibimiento real. El propio Maximiliano preparo el orden de la caravana y los preparativos, para lo que pararon antes de llegar en las pequeñas ciudades de Melk y Amstetten donde dormirían.
En Austria, dónde no son como los pueblos iberos que todo lo exteriorizan y muestran su euforia, se cultivan la disciplina y el orden, y la entrada en la capital el sentimiento de respeto y acatamiento incondicional es lo que prevalece entre la población.
Algo grave iba a acudir en este orden, una niña que asistía con sus padres al desfile del cortejo se soltó de la mano de la madre y corrió hacia el elefante. Un grito de susto salió de la garganta de los que se dieron cuenta de la tragedia, sin embargo Solimán enlazó con la trompa el cuerpo de la niña como si la abrazase y la levantó en el aire como una bandera para entregársela en el brazo de los padres que acudían en su búsqueda. Aplausos y lágrimas fue el resultado del milagro, y los monarcas (ella de nuevo embarazada) se bajaron del coche para dirigirse hacía el héroe del día y de la historia austriaca, allí felicitaron a Fritz por evitar la tragedia y les dio la bienvenida a Viena y que Viena lo merecería tanto a él como al elefante, aquí serían felices.


CAPITULO 18
Solimán murió a los dos años, en el invierno de 1553, sin conocerse la causa de la muerte. Aparte de desollarlo, le cortaron las patas delanteras que sirvieron de recipientes a la entrada del palacio para depositar las varas, bastones, paraguas y sombrillas de verano. El cornaca recibió la parte de soldada y una propina generosa real, con lo que compro lo necesario para volver a Lisboa, aunque nunca hubo constancia de su entrada en el país.
Semanas después llegó a la corte portuguesa una carta del archiduque. Se informo tanto de la muerte del animal, como el recuerdo que dejo en los habitantes de Viena por la salvación de la niña. Don Juan III reacciono con dolor y la reina se encerró en su habitación a llorar.


PROTAGONISTAS.
 Salomon. Elefante que el rey Jorge III regaló al Archiduque Maximiliano de Austria como compensación al regalo de bodas. Este le cambio el nombre por el de SOLIMAN.
 Jorge III. Conocido como el Piadoso, rey de Portugal.
 Catalina. Esposa de Jorge III, reina de Portugal.
 Maximiliano II. Monarca de Austria y regente de España.
 Maria: La mujer de Maximiliano II e hija de Carlos V.
 Pedro de Alcoçova Carneiro. Secretario del rey Jorge III.
 Subhro. Que significa Blanco, cornaca hindú del elefante. Maximiliano le cambio el nombre por el de Fritz.


CONTRAPORTADA
A mediados del siglo XVI el rey Juan III ofrece a su primo, el archiduque Maximiliano de Austria, un elefante asiático. Esta novela cuenta el viaje épico de este elefante llamado Salomón que tuvo que recorrer Europa por caprichos reales y absurdas estrategias.
El viaje del elefante no es un libro histórico, es una combinación de hechos reales e inventados que nos hace sentir la realidad y la ficción como una unidad indisoluble, como algo propio de la gran literatura. Un reflexión sobre la humanidad en la que el humor y la ironía, marcas de la implacable lucidez del autor, se unen a la compasión con la que José Saramago observa las flaquezas humanas.
Escrita diez años después de la concesión del Premio Nóbel, nos muestra a un autor en todo su esplendor literario.


FRASES
 Siempre acabamos llegando a dónde nos están esperan. (Libro de los Itinerarios).
 Una adulación repetida acabara inevitablemente resultando insatisfactoria, y por tanto será como una ofensa.
 Razón tienen las personas que dicen que tres fue la cuenta que Dios hizo, la cuenta de la paz, de la concordia. Siendo tres uno puede estar callado sin que se le note demasiado.
 En fin, todo esta bien, cuando bien acaba,
 Somos los defectos que tenemos, no las cualidades.
 En el elefante hay dos elefantes, uno que aprende lo que se le enseña y otro que persiste en ignorarlo todo. He descubierto que soy tal cual el elefante, una parte de mi aprende, la otra ignora lo que la otra parte aprendió, y tanto más va ignorando cuanto más tiempo va viviendo.
 Las repeticiones decepcionan casi siempre, pierden la gracia, se les nota que falta espontaneidad, y si falta la espontaneidad falta todo.
 La historia de los humanos es una interminable sucesión de ocasiones perdidas.
 Deberás hacer lo que yo te diga, pero no hacer lo que yo haga.
 El respeto por los sentimientos ajenos es la mejor condición para una próspera y feliz vida de relaciones y afectos.
 Las familias felices no tienen historia.
 Siempre exige asumir, no pasar página o echar en el olvido.


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"Lo más díficil no es cumplir el deber, sino conocerlo". Vizconde de Bonald (1754-1840) político y filósofo francés.

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